domingo, 10 de agosto de 2008

Rendirse

Eran las seis de la tarde. Él se encontraba irascible, pues el dolor se tornaba en su pecho, presionando hasta el punto de no poder respirar. Dio un paso, cogió su coche y se dirigió hacia su propia muerte, sabiendo en ese momento que todo debía cambiar.
Llegó a su casa, ella se encontraba allí, las palabras eran duras, casi podían cortar el tiempo con su filo, pero cuando sus ojos se miraron él comprendió que todo lo que había sucedido no era más que nimiedad ceñida en rabia contenida, comparado con lo que tenía ante sus ojos, su amor.
Él le preguntó, ella le contestó, y tras haber comprendido la situación, todas las dudas que dispersaban sus sentimientos se volvieron claras como el agua de un rio de montaña, asintiendo y mirándola a los ojos él le dijo "te quiero con locura, quiero estar a tu lado".
Un último hálito de esperanza se cernía, aquella oscuridad que se encontraba en su cuerpo se aclaraba, y mientras ella le contestaba lo mismo, un rayo de esperanza nacía en su corazón.
Él se quiso acerca, y mientras la acariciaba queriendo romper el tiempo, mientras la besaba con un último deseo de que nada hubiera cambiado, y mientras su corazón recomponía un daño causado, ella le besó en la mejilla, y con ese beso dijo adios.
Él, creyendo en causa inútil que todo se había solventado, que el daño no era daño, sino un pequeña grieta, observó con mirada quieta, con lágrimas en los ojos que su corazón se rompía en millones de pequeñas partes y terminaba desapareciendo.
No se había rendido, simplemente había muerto de una profunda herida en el corazón.

1 comentarios:

duneila dijo...

mengua la luna tras su mirar esperando el siguiente ciclo para volver a estar plena, anhelando ese momento en que sus ojos se encuentran cada noche como amantes clandestinos. La estrella más cercana, esa que cada noche a mano está, confidente de sentimientos, recibidora de halagos llena sus crateres de lagrimas cuando en sus momentos menos claros ya no escucha cuan necesaria es, suplantada por no ser luna llena esa noche, ya no es estrella a la que admirar.