miércoles, 28 de mayo de 2008

LABIOS SELLADOS

El silencio es mi voz y mis palabras. Humedad relativa. No pude dormir, y fue por ello que paseé aquella noche.
El clima era cálido, cuasi estival, y mientras en la radio de mi coche ponían canciones de ayer y hoy, yo conduje lentamente observando el hermoso paisaje de cemento.
Las estrellas cambiaban su color, rojo y verde, y en pocas ocasiones anarananjado. Bailaban al unísono, y formaban constelación medida por el tiempo y para el tiempo.
No existían valores ni conciertos en aquella noche, no existían amores u odios, tan solo el silencio pausible del silencio. Palabras en labios sellados.
A lo lejos ruidos de motores, en mi coche la radio, bajo mis pies el sonido del agua por las crecidas de los rios, el viento silbando por los distantes balcones y elementos que cortan la danza estática que produce. Me encontré en el mayor de los silencios. Palabras en labios sellados.
El contador del deposito había descendido ligeramente, al igual que mis párpados, y tras observar que durante unas horas los valores habían dejado de existir para dar paso a la paz y tranquilidad, decidí volver a casa. Olvidé mi ideología, mi color, olvidé como los millones de personas que cohabitan durante el día a mi lado, tienen otra perspectiva de la vida, y únicamente por unos momentos, cuando olvidé quien era, y como era, pude sentir en mis labios sellados y en silencio, aquello que manifiestan felicidad.

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