viernes, 23 de mayo de 2008

Juego de Dos

Mi corazón palpita deprisa. Incensante los segundos se convierten en horas, y mis manos acarician tu cuerpo desnudo. Mis pies se entrelazan con los tuyos, mientras el sudor cae de mi frente hacia el suelo, tan despacio, que casi puedo comprobar como los rayos del sol forman millones de colores con cada gota que sale de mi frente, la belleza de un arco iris reflejado en mi cuerpo.
Tu tacto es cálido y frio rozando los poros de mi cuerpo, mientras siento tu hálito contra mi pecho, inyectando un respiro a la falta del aire que provoca el vaiven ajetreado de mi movimiento. Sigues estática, inmutable con el paso del tiempo, con los ojos cerrados sin querer abrirlos.
Amo cada milímetro de tu piel, sueño contigo cada noche, y rezo al sol para que el día siguiente muestre toda tu belleza natural. Y ahora, a día de hoy, estamos juntos.
Continuo mi marcha hacia el infinito, hacia el sol que ayer por la noche reze para que alumbrase tu alma y tu espíritu, y mi corazón palpita cada vez más deprisa en el momento de pasión. Escucho de mi voz mis propios gemidos de placer, mientras tu, siempre permaneces en tu quietud y silencio acariciando siempre mi cuerpo.
La plenitud de nuestro amor llega a su fin, mis ojos divisan a sus pies el más hermoso paraje que puedes contemplar, mientras recobro el aliento que he perdido al final de tan precioso trayecto.
Así eres tu, mi amiga, mi amante, montaña que se abre paso una vez que mis manos han subido al infinito de tu beldad.
Así eres tu, y mi alma escalará hasta su último día la montaña que ahora yace bajo mis pies.

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