miércoles, 23 de diciembre de 2009

Libertad y vacio Parte II. Desesperación



Una brisa que recorre el desierto, acaricia sus dunas, embelesa el calor que se emana, ilumina con súbita presencia, los recodos que la sed imagina pudieran encontrar.
Los pensamientos yacen en la memoria, y se pierden al igual que el desierto borra las huellas de los viajeros que una vez pasaron por allí, y que hicieran lo que hicieses nunca jamás las podrían recuperar.
La noche cubre con su espesura los anhelos y fervientes deseos de dos amantes que se empiezan a encontrar. Entre la bruma, niebla y densas nubes que configuran un espacio oscuro, algunas veces siniestro, nace una luz cautiva en su presencia, tímida en su orgullo, altiva en su trono, bella por si misma, simplemente tu, simplemente luna.
Me enamoré de la luna.
Con su voz serena e inaudible, guió mis pasos, uno trás otro, sinq ue nuca me dejara mirar atrás, temiendo que pudiera convertirme en estatua de sal.
Con su voz templada alumbró mi ánima dormida en la profundidad del mar, donde el vacio es eterno.
Con su voz, y solo con su voz, pude escuchar el silencio y sentir la paz.
Día de luna nueva. En mis ojos impreso a fuego, nace la luz que cada noche alumbro mi corazón. La busco con la mirada, pero hoy no está. Busco su luz, inquieto; y observando las tinieblas que se acogen en mi pecho recuerdo lo que días antes fue mi existencia, la ausencia de ella. Solo soy mi propia condena, mi muerte, su perdida. El regreso de fantasmas viles que arrebatan mis recuerdos henchidos de dolores narcóticos carentes de vida. Cierro los ojos, y entre pesadillas, sin conciliar el real sueño, cedo a mi lecho sin su corona de flores.
Abro los ojos con paso lento, esculpiendo sin deseo los primeros brotes de luz que salpican mi cuerpo. Y allí estás tu, proclamada sobre el sol, erigiendo con voz prófuga en silencio, que no habría día sin luna, ni noche que en mi desasosiego me ampare. Eres mi sol y mi luna, la luz que alumbra mi camino, y yo tan solo el polvo que se reune contigo en cada rincón de tu espíritu y tu corazón. Soy el haz que desprende tu cuerpo, soy parte de ti. Una nueva vida, juntos.

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