Acróstico

El momento de la vida, tan callado, tan quieto, tan inquieto como la pereza que susurra el viento a cada paso que silba.
La compasión perdida, entre llantos, susurrando el silencio del tiempo, limando la más sutil aspereza del ánima perdida.
El sentido que da mi corazón a esta triste vida, no sino otro, que tu.
No conozco varón alguno que se decante por tu beldad, no conozco ser alguno que intrigado por tus labios los quiera besar, no conozco nadie que dejará de suspirar por no poder tenerte entre sus brazos, por no mirar tus verdes ojos cuando los haces de luz inciden sobre ellos.
Alma sencilla de inteligencia criminal, tan perfecta, tan altiva, tan cautiva de tu propia belleza, que hasta las estrellas envidian la luz que tu rostro desprende a cada paso que das con la majestuosa cualidad de la princesa que vive en mi reino, mi corazón.

Miro al cielo susurrando a la luna que perdone mis pecados, pensamientos llanos que rozan tu cuerpo, sueños efímeros imposibles de lograr, besos y caricias que mis burdas y romas manos te puedan otorgar.

Ignorando mis propios delirios, locura por defecto, cuando te veo pasar.

Celibato continuo, inmoralidad prensil en mi mente, te imagino desnuda bajo un velo blanco, gimiendo entre mis brazos, sollozando impulsos que arrebaten tu ser, ciegos son mis ojos, pulcras mis desidias, ignotos mis sustentos, veloces mis lamentos, sordos mis placeres, insomne en mi sueño.

Insomne permanezco, viviéndote únicamente entre sueños.

Elogiando cada uno de los poros de tu cuerpo, sintiéndote únicamente en sueños.

Loando las huellas que dejas atrás en mi tiempo, sonriéndote únicamente en sueños.

Observando como los segundos pasan despacio en vida, pensando únicamente que en sueños podré ser feliz a tu lado.